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Pérez, 2021, p.33). Esto ha tenido un eco muy importante al
                 interior de las universidades, y que al mismo tiempo han te-
                 nido resonancias en los movimientos latinoamericanos de las
                 mujeres.
                 	 En Chile, la experiencia de construir igualdad sustan-
                 tiva es paralela a la de Argentina. Ahí se formó una Comi-
                 sión de Igualdad de Género entre varias universidades del
                 Consejo de rectores con el objetivo de recabar criterios que
                 apoyaran a modificar las estructuras internas de las institucio-
                 nes que reproducen desigualdad (Duarte & Rodríguez, 2019,
                 p.47). Fue desde la academia que se pusieron sobre la mesa
                 los temas de violencia, el conocimiento androcéntrico, las bre-
                 chas de género, los roles y estereotipos de género, etc; que
                 sirvieron para cuestionar y reflexionar sobre cómo eso incidía
                 en los contextos universitarios.
                 	 Aunado a esto, las universidades chilenas dieron frente
                 también a diversas movilizaciones de estudiantes que hicie-
                 ron públicos los casos de acoso sexual, un momento conocido
                 como el mayo feminista, donde también se mostraron asuntos
                 como: “los efectos del acoso en las comunidades universita-
                 rias, el bajo número de publicaciones sobre el tema, la ausen-
                 cia de dispositivos para hacerse cargo, pero también las difi-
                 cultades que existen en la formalización de las denuncias y en
                 cuantificar la dimensión del fenómeno” (Duarte & Rodríguez,
                 2019, p.48). Igualmente, las movilizaciones chilenas lograron
                 afianzar vínculos entre estudiantes, académicas y comunida-
                 des externas preocupadas por acabar con las desigualdades
                 y violencias de género, lo cual dio como resultado que las
                 instituciones respondieran.
                 	 Vemos que tanto en Chile como en Argentina hay para-
                 lelismos claros, como el activismo académico, a través de la
                 conformación de redes interinstitucionales de académicas in-
                 teresadas, que contribuyeron activamente a abrir camino para
                 la institucionalización y gestión de políticas universitarias. En
                 el caso mexicano, veremos que, de forma similar, el camino
                 se abrió a partir de los cuestionamientos feministas que des-

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